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Castillo
Santo Tomé, durante la baja Edad Media, estuvo vinculado al arzobispado de Toledo y cumplió, en el territorio del Adelantamiento de Cazorla, importantes tareas estratégicas frente al enemigo de Castilla, el reino nazarita de Granada. La villa fue fundada en 1348 por don Pedro Díaz de Toledo, por mandato del arzobispo de Toledo, don Pedro González de Palomeque, y el propio nombre del pueblo coincide con el nombre de una iglesia medieval de aquella archidiócesis.
Para cumplir los objetivos militares propios de la conquista cristiana se levantó, en el siglo XIV, un castillo del que sólo se conserva la torre del homenaje, de base rectangular, casi cuadrada, de unos 9 metros de lado, estructurada en bajo y dos plantas, que aparece embutida entre edificios de escaso interés. Esta torre logró salvarse del destino de ruina y destrucción del castillo al incorporarse como campanario en el lado izquierdo de la iglesia.
La torre, que conserva sus rasgos góticos, es de mampostería a hiladas regulares en su parte baja, de sillarejo en la zona alta, y va cubierta con tejado. Pero aunque el paramento es de sillarejo sus esquinas están mejor cuidadas y son de sillares. Al cambiársele la originaria función militar por la religiosa se le añadió una espadaña de cantería con dos huecos para campanas, cornisa y frontón triangular que acoge otra campana.
La torre fue declarada en 1985 Bien de Interés Cultural.
Casa Grande
En la plaza de la iglesia se conserva el más significativo ejemplo de la arquitectura doméstica de Santo Tomé. Se trata de una casa de mampostería encalada, la Casa Grande, de lexicografía barroca, datada seguramente en la primera mitad del siglo XVIII. Consta de dos cuerpos. En el piso inferior presenta portada descentrada y adintelada con dovelas en derrame, jambas de sillería y puertas de madera con clavos trebolados. Sobre ella se exhibe un escudo nobiliario de los señores del pueblo, los Sánchez de Quesada. Su forma es oval y contiene las armas de sus propietarios –cuatro palos de plata cargados con veinticuatro armiños de sable, en campo de gules–, un lema en latín –“potivs mori quam fedari”– y el timbre de la Corona Real.
Una cornisa, a cuyos lados van rejas de forja que sobresalen de la línea de fachada, da paso al piso superior, que cuenta con cuatro rejas de rosetillas. El conjunto lo culmina un alero de ladrillo.
En 1997 fue incluida en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz.
Iglesia de Santo Tomás Apóstol
La iglesia parroquial está bajo la advocación de Santo Tomás y fue restaurada en 1966 bajo la dirección del arquitecto Pablo del Castillo. La fachada está ubicada en los pies del templo, terminada en hastial con pequeña ventana circular enrejada, y conserva una sencilla portada con arco de medio punto sobre jambas de sillarejo.
Aunque la planta de cajón está condicionada por el espacio rectangular que ocupaba la primitiva iglesia, todo su interior está profundamente reformado. Su única nave tiene solería de piedra artificial, está separada de la puerta de acceso por una reja de hierro y sus muros están apuntados por seis contrafuertes e iluminados por ventanas rectangulares ubicadas en las partes altas de los muros. El techo es de escayola formando puntas de diamante y a la altura del altar mayor presenta una hendidura romboidal donde se representa la iconografía del Espíritu Santo.
Llaman la atención los murales de la cabecera. Su autor, Marcelo Góngora, mezcló la representación de lo sagrado con lo mundano, lo eterno con lo temporal, en temáticas tan diferentes como el episodio evangélico de la incredulidad de Santo Tomás, retratos de autoridades, vecinos y cura párroco del momento, además de la catedral de Jaén, la propia iglesia del pueblo o el escudo papal. Todo bien jerarquizado y, en el centro, la luz cenital. El mural sigue el esquema de las cartelerías turísticas: en el marco de una figuración realista van confluyendo objetos, símbolos y personas sin nexo claro de unidad compositiva ni artística.
Iglesia de la Agrupación de Santo Tomé
Cerca de Santo Tomé, en la pequeña Agrupación de Santo Tomé, cuentan con una sencilla iglesia de colonización construida en 1954 bajo la dirección de Juan Piqueras.
Presenta planta rectangular articulada a partir de cuatro arcos rebajados que apoyan en otros tantos contrafuertes, con blancas paredes tanto en el interior como en el exterior.